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Pedro González "Timimi"

 NUESTRAS FIGURAS DE AYER

PEDRO GONZÁLEZ SÁNCHEZ

 "Timimi"

PEDRO GONZÁLEZ SÁNCHEZ "Timimi". Mi historia no es muy larga. La contaré por encima. Soy de esta ciudad de Las Palmas, nací en 1911, el Barrio de Arenales, es decir, "Fuera de la Portada", donde comencé a jugar al fútbol siendo un chiquillo. Hice mis "peninos" mayores en el Unión Marina, entonces en segunda categoría, y en el Marino, donde permanecí muy poco tiempo. De allí pasé al Real Victoria. Fue en 1926 y tenía unos dieciséis años. Tres temporadas actué con este equipo, con el que fui campeón dos veces y una subcampeón.

Creo recordar que mi primer partido con los colores blanquinegros fue precisamente contra el equipo "popular". El "match" estuvo interesantísimo. Terminó empatado: 3-3

A este encuentro le siguieron una ristra de ellos, contra todos los clubes locales, así como con "teams" de la vecina isla y foráneos.

Con el Victoria, jugué en la Copa de España - hoy del Generalísimo -,  recuerdo que eliminamos al Valladolid, ganándole dentro y fuera. Después nos tocó el Español, de Barcelona, quien nos eliminó. Pero jugamos con este equipo un partido amistoso y de revancha y le ganamos en su mismo campo del Sarriá; más tarde jugamos también con el Sevilla y le vencimos por 2-1. Yo  formaba ala con Adolfo y mi actuación  debió gustar mucho en Sevilla, donde el Betis se interesó grandemente  por  mí,  logrando pronto  mi  inscripción  y también la de Adolfo.

Con este equipo jugué hasta producirse el Movimiento Nacional, siendo con él campeón de Liga. Después, a fines del año 39, ingresé en el Madrid, y más tarde pasé al Granada, donde me fracturé la pierna que hoy me tiene alejado de los terrenos de juego.

TIMIMI ya no tiene alas, pero quiere volver a volar

Timimi, aquel veloz extremo derecho que fue del Real Club Victoria y que más tarde triunfó en el Betis Balompié, de Sevilla, ha regresado a su Isla, solicitando una ayuda con el fin de someterse con el fin de tratarse su mal.

Tronchado, con su pierna izquierda casi sin acción, Timimi quiere hacerse una operación quirúrgica para volver a la vida del fútbol, de la que no se considera definitivamente eliminado. Por eso solicita a través de la prensa local, exponiendo sus deseos con el fin de refrescar sus recuerdos a los clubes y aficionados, de los que solicita ayuda para tal fin.

No es la primera que se presentan en los medios de comunicación casos verdaderamente lamentables de futbolistas profesionales, faltos de medios para atender a lo más elemental de la vida y faltos también de facultades para conquistar con el deporte una situación que en otras épocas pudieron disfrutar. Así el fútbol parece ensañarse muchas veces con aquellas figuras que en él brillaron, y las castiga con demasiada dureza. Es una de las actividades más envidiables, por lo que tiene de triunfo, pero es de las más ingratas.

¡Cuántas veces hemos tenido que acordarnos de una fecha, de una época, de un momento determinado de la vida de nuestro fútbol, para acabar lamentando la situación a que había llegado la persona creadora de ese recuerdo!... Es un declive fantástico e irremediable el que inicia el futbolista en su prematura vejez, una cuesta corta, pero tan pronunciada, que pocos pueden mantenerse en ella sin caer.

Un poco de historia

Timimi ha sido un "as" destacado de nuestro fútbol, adquiriendo una popularidad extraordinaria. Sus actuaciones en el Real Club Victoria tuvieron fuerte resonancia y a él van unidas gloriosas jornadas del popular juego que hoy absorbe el interés de la gente moza, convirtiéndose en un "ídolo" de los aficionados.

En ocho segundos hizo un gol a Zamora. Un recuerdo de las más extraordinarias actuaciones de Timimi fue cuando el Betis se enfrentaba en Sevilla con el Madrid en el año en que fue campeón de Liga. El nos la cuenta de esta forma: Recibí una pelota en medio campo y me lancé sobre la portería. Salieron a mi encuentro Leoncito, el centro medio Gómez y Quincoces. Y ninguno de los tres pudo sujetarme en el "spring" más veloz que recuerdo, terminando con el disparo cruzado que batió a Zamora. ¡Y todo, según leí luego en los periódicos, en ocho segundos!

Aquel éxito frente a Zamora valió a Timimi los comentarios más elogiosos de la prensa andaluza y motivó que fuera tenido en cuenta para la formación del equipo nacional, siendo convocado para alinearse en el partido de "probables y posibles". Más una lesión que por entonces sufrió, le impidió vestir los colores del once representativo de España. La fama de Timimi trascendió a todas las regiones de la península y el Barcelona se interesó mucho por su adquisición, ofreciendo al Betis cien mil pesetas por el traspaso de Timimi, cantidad que si bien hoy (1930) la supera cualquier traspaso, por entonces casi establecía un "récord", sobre todo, si tenemos en cuenta que la pareja internacional Quincoces y Ciriaco no costaron al Madrid más que setenta y cinco mil pesetas.

Cuando Timimi pudo ser campeón del mundo de velocidad; y cuando le dijo a su entrenador, Mr. O'Conell: "Voy a hacerle una jugada que no la ha visto en su país"

Una jugada de Timimi que no se ha hecho nunca en Inglaterra

En esa entrevista con la prensa, se le pregunta. ¿Qué anécdota recuerda?

-          Podría contar muchas cosas de mis buenos tiempos de futbolista, pero creo que no tiene objeto el resucitarlas. Si acaso aquella vez en que hice una apuesta con Arezo, jugador también del Betis, que actuaba en la defensa. Arezo era del Norte y tenía gran predilección por los jugadores vascos, diciéndome a cada instante que eran los mejores delanteros de España, mientras yo afirmaba que los mejores delanteros eran los canarios. Y un día, encontrándonos en San Sebastián para jugar con la Real Sociedad, le dije: "te voy a demostrar, mediante una apuesta de mil pesetas, que no hay delanteros como los canarios". Seguidamente me llegué al entrenador O'Conell, diciéndole: "mister, ¿sabe que he hecho una apuesta de mil pesetas con Arezo, a quien le voy a demostrar que no hay delanteros como los canarios? Y voy a hacer una jugada que no la ha visto usted nunca en Inglaterra, donde dicen que se inventó el fútbol".

La apuesta había quedado concertada en firme, haciéndole el depósito correspondiente. Empezó el encuentro contra la Real Sociedad y tanto Mr. O'Conell como Arezo y otros compañeros enterados del asunto, estaban pendientes de esta travesura que se proponía realizar Timimi. No se había llegado aún al final del primer tiempo cuando Timimi recogió un despeje de Arezo, vio la situación de los adversarios, y dijo: ¡esta es la mía! Inició la jugada corriéndose hacía el centro del terreno para salvar la entrada de Marculeta, esquivando luego al centro medio y al interior que bajo en ayuda de éste y, siguiendo el "spring" iniciado, se acercó a la zona de gol, dribló a los dos defensas y, provocando la salida del portero que llegó hasta el punto de penalty para lanzarse a sus pies, le pasó el balón por encima siguiendo su carrera para cazar la pelota antes de entrara en gol, parándola sobre la misma línea de meta. Entonces se volvió para el público y gritó: ¡vengan ustedes ahora! Arezo había perdido ya las mil pesetas y el mister, desde su puesto en la banda del terreno, gritaba:

"Mucho, mucho bien Timimi. Y, en efecto, aquello no lo había visto nunca en Inglaterra".

Timimi pudo ser campeón del mundo de velocidad. Timimi no sólo ha practicado el fútbol. Todos los deportes, según nos dice, han tenido en él un decidido partidario. Cree que pudo haber sido campeón del mundo de velocidad. Recuerda que el cónsul de Argentina, en Sevilla, un gran amante del deporte, tenía especial interés porque él fuera a América a participar en las pruebas mundiales de velocidad, pues por los tiempos que le había cronometrado cuando realizaba sus entrenamientos de carrera, decía que podía ser el campeón del mundo.

Así, que ya lo sabes, amigo: Timimi pudo ser campeón del mundo de velocidad.

Lo que ahora, quiere Timimi. Timimi aún es joven - apenas pasa de los treinta años - y por ahora sólo piensa en volver al fútbol.

Se encuentra bien; no tiene grasa y los pulmones le responden como en los tiempos en que parecía que en vez de piernas tenía alas. Y cree que aún le quedan unos años de futbolista, que ha de saber aprovechar para que luego no le pase lo de ahora, poniendo en su conversación frases de seguridad en volver a ser jugador, que lleva a la convicción de quien le escucha de qué así será.

En 1940, jugando en el Granada contra el Córdoba, sufrió la fractura completa de la pierna izquierda, sobre el tobillo. Le curaron la pierna, pero le quedó el hueso montado y, por tanto, no ha podido reintegrarse al fútbol, por lo que tuvo que regresar a su tierra. Ahora, un especialista en huesos - el Dr. Rodrigo - le ha examinado la pierna y le ha dado las mejores esperanzas de que una operación le dejaría en condiciones de volver a jugar. Pero le falta dinero para costearse los gastos. Algunos amigos se han tomado la tarea de recaudarle fondos, pero no basta con estos buenos propósitos. Es necesaria una cantidad mayor. Y Timimi ha pensado en obtener ahora el auxilio económico de algunos clubes y más tarde un partido en su beneficio para ayudarle en la convalecencia, esperando que el Real Club Victoria y algún otro club local le atiendan en tan justa y humana petición. También ha solicitado un donativo a la Federación de Fútbol. En fin aspira a que entre todos le saquen del abandono en que el fútbol le ha dejado.

Todos los buenos deportistas, seguros estamos, no escatimamos sugerir cuanto redunde en beneficio del que, falto de todo, espera ayuda y colaboración, pues no en balde el deporte es signo de gratitud caballerosa. La idea de allegar recursos para reintegrar a Timimi a la práctica del fútbol debe tener éxito.

Timimi, aquel veloz extremo, ya no tiene alas. Se las dejó un día en lucha por su profesión favorita, en una tarde aciaga del fútbol. Para ayudarle a volar por la vida estamos todos los buenos deportistas. Y a ellos dirigimos nuestras mejores excitaciones para que la ilusión de Timimi sea toda realidad.

La generosidad de sus paisanos estuvo presente. Aunque, a pesar del revoloteo, ese "canario" no pudo remontar el vuelo deseado.

Apenas tenía 50 años cuando este legendario jugador falleció.