Secciones Históricas

Cronistas deportivos

Enero de 1950

 

Después del resonante triunfo de la Selección Canaria, en Chamartín - Madrid -, como vieron los cronistas deportivos madrileños la victoria isleña, frente al San Lorenzo de Almagro

 Crónicas:

  • Aquí los vencedores. "Marca"
  • El fútbol canario venció al argentino. "Marca"
  • Exhibición de fútbol a cargo de los canarios. "Pueblo"
  • Lo que nosotros no debemos olvidar. "El Alcazar"
  • Tormenta en el entreacto "Marca"
  • El triunfo de los canarios sera tenido en cuento a través del tiempo. "Alcazar"
  • Los argentinos fueron emborrachados por el "gambeteo" fabuloso de los canarios. "A.B.C."
  • La lección de los canarios. "Afan"

 

AQUÍ LOS VENCEDORES. "Marca"

Por Ramón Melcón

La sorpresa. Pero su sorpresa fue grande cuando vio que el adversario empujaba con alma y velocidad. Y que no sólo era entusiasmo lo que ponían los españoles en su juego, sino un dominio de la pelota, una brillantez de combinaciones y un estilo tan depurado, que daban la sensación de que estábamos viendo un partido entre dos buenos equipos argentinos. Con la diferencia que uno se iba con más decisión hacia la puerta y encontraba con mayor facilidad ocasión de la infiltración y del disparo.

Los primeros goles. De este modo, a los seis minutos y medio ya tenía los canarios su primer gol. Y sin que la pelota saliera más que en contadísimas ocasiones del campo argentino, llegó el segundo. Los canarios se crecían, y su fútbol preciso, y precioso, que entusiasmaba a los asombrados espectadores, desconcertada a los jugadores del San Lorenzo, que se veían incapaces para contener los maravillosos avances contrarios.

Cristóbal es relevado. Después del segundo gol canario, su portero Cristóbal, que había salido al campo resentido de un esguince, fue sustituido por Alonso, quien defendió la puerta de los amarillos - los canarios vestían camiseta amarilla y pantalón azul - hasta el final del encuentro.

Los "amos". La selección era la dueña del campo, y sus hombres hacían lo que querían.

Los argentinos perdieron la serenidad. Pero los del San Lorenzo no obraron así. Y su protesta tomó ese tono con que acostumbran a reaccionar ante los hechos que le son adversos. Se suspendió el juego durante unos minutos. El extremo Silva dio un rodillazo al árbitro; otros jugadores le agarraban, le metían las manos por la cara. Y todos, unánimemente, daban la sensación de haber perdido la serenidad por completo.

Violencias y agresiones. La actitud de los espectadores, sin embargo, hizo cambiar de táctica a los sanlorencistas, quienes se dedicaron a la violencia. Y ya hasta el descanso no hubo fútbol de verdad más que en algunos avances canarios, menos peligrosos que los anteriores, a causa del lógico temor que los delanteros sentían ante las agresiones de que eran objeto. Algunos minutos después subía al marcador el cuarto, y tras una reacción aún más violenta de los argentinos, y una lluvia de saques de esquina contra su puerta, terminó la primera parte.

Siega de tobillos. Después de un descanso de veinte minutos se reanudó, por fin el juego. Continuó la siega de tobillos, en la que cayeron seriamente tocados Molowny, Gallardo, Cabrera, Hernández... Todos, en fin, los que se aventuraban a internarse en el área de castigo - nunca mejor aplicado el nombre - del San Lorenzo.

Tan duro se jugó... Fallos que tenían su explicación en el medio que los delanteros tenían de verse alcanzados por las durísimas entradas de los enemigos.

Una lección de cordura y sensatez. Silva, el mejor sobre el campo. La selección canaria merece el aplauso de los aficionados españoles. Jugó un buen partido, hizo frente a un equipo al que se consideraba muy superior, y no solo supo dominarle y superarle, sino que le dio una lección de cordura, serenidad y sensatez, sin lo cual el partido podría haber tenido un final mucho más desagradable que su desarrollo. Aunque todos sus hombres se comportaron bien, merece especial mención el atlético Silva, el mejor hombre sobre el campo, que aceptó la dureza impuesta por los contrarios, sin inmutarse y sacando siempre el partido de su mayor clase. Los extremos Cabrera y Durán fueron también dos grandes puntales del triunfo. Molowny comenzó muy bien; hizo veinte minutos de gran juego, pero bajó luego por lo ya dicho. Gallardo puso muy buena voluntad, y Hernández, que tuvo también un buen comienzo, decayó bastante en el transcurso del partido.

Todos brillaron. Muy decidido, batallador y exacto en sus pases el Atlético Hernández, así como Núñez, el defensa del Córdoba, que cuajó un gran encuentro. Cástulo seguro y con buena pegada y colocación. Y un poco más bajo Farías, que actuó en un puesto que no es el suyo. Cristóbal no tuvo gran cosa que hacer. Alonso paró dos o tres cosas buenas, pero acaso pudo hacer algo más para evitar el primer gol que le marcaron.

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 EL FUTBOL CANARIO VENCIÓ AL ARGENTINO.  "Marca"

 Por  Mariano Daranas

"¿Han justipreciado todos los cronistas deportivos el alcance del partido de fútbol celebrado el martes en el Estadio de Chamartín? Evidentemente, no. Hay quienes, al repetir hasta la saciedad que en la alineación del San Lorenzo formaban ocho suplentes, olvidan que en el equipo rival faltaba Mujica, Miguel, Díaz y Roig, titulares todos de Primera División, amén de Ortega, portero del Racing montañés; y hay quienes, al comprobar cierta semejanza entre el juego criollo y el juego insular, afirman que el segundo constituye una avanzada del fútbol rioplatense, ignorando que las Islas Afortunadas son anteriores al Nuevo Mundo, y que si los argentinos conocieron en los comienzos del siglo a los jugadores canarios que emigraron a Buenos Aires y Montevideo, en Canarias no se vio nunca el fútbol suramericano. (Sobre ninguna región o provincia española es, bajo ningún orden y por ningún concepto, avanzada de actividades extranjeras en nuestra órbita de nación).

 Hay, en fin, quien escribe que del lado español hubo el martes en Chamartín "más decisión de la que podía esperarse, dado el temperamento especial de sus hombres y el estilo que les distingue. Haría falta saber a que temperamento especial se refiere la cita y por qué se cuelga a los deportistas del archipiélago en general un sambenito que, apurando el examen del caso, podrá únicamente convenir a la idiosincrasia de unos cuantos, muy pocos, jugadores isleños, y no a todos, ni siquiera a la mayoría. ¿No es canario Molowny, nervio de la delantera del equipo más fogoso de España? ¿No lo es Jorge, ariete infatigable, hasta hace tres temporadas, del Atlético de Madrid? ¿No lo es Miguel, a quien se le reprocha su temeridad suicida? ¿No lo son Mesa, antiguo defensa del Atlético y Gallardo, agresivo delantero centro del Tarragona? ¿Les faltaba temperamento a Padrón, Oramas, Hilario, Arocha? ¿Les falta a Hernández (Lobito Negro), interior del Español; a Zuppo, delantero del Oviedo, y a Mujica, medio rojiblanco? La realidad es que, anímicamente hablando, los jugadores isleños, cantera inagotable de los Clubes de la península, no tienen nada que envidiar a los demás grupos regionales.

También ignoran algunos informadores que en la Argentina casi da lo mismo ser suplente que titular, dado el eficaz sistema de entrenamiento y de juego que allá practican los Clubes, así a lo largo de la temporada de Liga como dentro del régimen de los llamados partidos amistosos, mientras que aquí la selección canaria fue acarreada sobre la marcha, con más precipitación aún que la de los noveles, hasta el punto de que muchos de sus hombres no se conocieron siquiera de vista hasta el momento de salir al campo. Me gustaría saber que especialidad de temperamento es la que permitió a los noveles fracasar lamentablemente antes del Newell's Old Boys, y la que hizo perder al Atlético de Bilbao, por no citar a otros equipos, todos sus encuentros contra los cuadros criollos. Quede, pues, constancia de que, aun movilizando a toda prisa y privado de algunos de sus titulares más salientes, el fútbol canario ha vencido al fútbol argentino a lo largo de un tiempo que hasta la fecha no pudo ser igualado en análogas circunstancias por ningún equipo peninsular. Al testigo de 35  mil espectadores me remito".

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EXHIBICIÓN DE FÚTBOL A CARGO DE  LOS CANARIOS. "Pueblo"

Por Nivardo Pina

"Porque somos de la opinión de que el contrario es mucho, pero no todo, en fútbol; por eso nos gustó extraordinariamente el equipo canario, que especialmente en la primera parte - cuando se jugó - realizó una magnífica exhibición de fútbol, de juego y de remate. No tuvo punto débil la formación de Arocha, pues hasta Durán parecía otro bien distinto al blanquirrojo que hemos visto en el Metropolitano. Tres hombres destacaron netamente en el conjunto, que como tal realizó todo un gran partido. Y estos tres hombres fueron Silva - en primer término -, Molowny y Rosendo Hernández.

El medio Atlético repitió, yo creo que mejorándola, la tarde que tuvo el domingo frente al Racing de Buenos Aires. Fue la suya una actuación sencillamente soberbia. En todos los aspectos: defensivo y atacante, fue un medio ala modelo. Molowny fue el peligro constante para el campo argentino. De él partieron todos los ataques, y la espectacularidad de su juego abrillanta aún más sus actuaciones.

Rosendo Hernández es por el contrario, el jugador que no fulgura, pero cuya labor se va advirtiendo a medida que avanza el partido, en la practicidad de sus intervenciones. Además marcó dos tantos. Los dos interiores fueron naturalmente objeto de las más cariñosas muestras de especial atención por parte de medios y defensas rojinegros, demostración ésta definitiva de que fueron las figuras destacadas de los amarillos.

Nos gustó y mucho, Hernández el medio, al que por razones que no nos importa tiene su club en la caseta uno y otro domingo, y el trío defensivo estuvo acertadísimo en sus actuaciones, destacando Núñez, que confirmó las buenas noticias que desde Córdoba nos había llegado de él.

Alonso - el gijonés Cristóbal estuvo poco tiempo en juego - bien, salvo en el primer tanto argentino, en el que sospechamos pudo haber hecho algo por evitarlo. Muy bien Cabrera y voluntariosos Gallardo y Durán.

En conjunto, una buena exhibición canaria en el primer tiempo y un aflojamiento después, cuya razón puede ser admitida teniendo en cuenta la brusquedad con que después del descanso actuó la mayoría de los jugadores americanos. Canarias, en España, tiene un magnífico plantel de jugadores. Lógicamente su selección habría de dar el resultado que dio frente a equipo de tanta categoría como es el San Lorenzo de Almagro.

Aquellas entradas de un peligro bárbaro y aquel ir a cazar al hombre no están autorizadas en ningún reglamento de fútbol asociación, bien europeo, ya americanas; aquellas destempladas actitudes y aquel desorbitado modo de comportase con el árbitro no puede permitirse bajo ningún concepto en ningún país del mundo en el que haya establecido el principio de autoridad. Para nosotros; lo ocurrido en Chamartín tuvo por eso mismos dos aspectos: de satisfacción por el resultado económico del encuentro; de pena, por parte de lo que vimos en el terreno de juego. Lamentando sinceramente que fueran unos hermanos tan queridos como los argentinos los promotores de todo ello. Yo creo que a los pocos minutos de terminado el encuentro, los más pesarosos de sus actitudes, los más sensibles de todo ello eran los propios jugadores argentinos. Y como lo sé, por eso no hemos hecho en estas líneas que lamentamos de su forma de juego. Lo otro, eso no entra en nuestro modo de ser..."

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 LO QUE NOSOTROS NO PODEMOS OLVIDAR. "El Alcazar"

Por Fernando Ors

"Nosotros - nos decía hace algunos días un jugador argentino - hemos venido a España con una consigna, con un mandato ordenancista e imperativo: "Como sea, pero hay que ganar". Esa posición de intransigencia en cuanto al triunfo nos la advierten en Buenos Aires antes de remontarnos, al pie mismo de la escalerilla de la nave aérea, y luego, en las antevísperas, fue la recomendación única y obsesiva: "Si en otros sitios puede sernos el triunfo más o menos indiferente, en tierras españolas es absolutamente necesario".

Esa consigna, seguida fiel y escrupulosamente al pie de la letra, puede darnos la explicación de muchas cosas que de otro modo difícilmente podrían ser comprendidas. Se ha valorizado el fútbol y a los hombres españoles como cosa muy seria en el mundo. Y ahora, aunque siempre tuvimos aquella merecida fama, más que nunca. Y resulta un honor, constituye una verdadera proeza domeñar o vencer a una raza que, como se ha visto, aunque se empleen toda clase de ardides, buenos o malos, legales o censurables, no  arría el pabellón de su temple, de su cordialidad, de una fortaleza que incluso le permite abrir la mano al olvido cuando pasó el hervor de la disputa.

Los argentinos han visto jugar al fútbol a los españoles. Y han podido también apreciar la valía de una técnica que no vacilamos en proclamarla la más hidalga y noble con la que seguramente se han enfrentado. Pueden llevar a aquel país, inundado de nuestra sangre, de nuestro espíritu, de nuestras enseñanzas - porque América será lo que es mientras en su formación física influya el sentido moral de que es el vitalizador de aquélla -, la admiración por unos jugadores, por unos hombres que por encima de toda conveniencia, supieron asimilar el aforismo de que la fuerza en sus impulsos ciegos no puede jamás con la verdad.

Pudieron los españoles imponer la derrota violenta y trituradora si se hubiese dejado ganar por las palabras, pero España es la casona, el monumento pairal, el "liar" de una serenidad de convencimiento, de firmeza en sí mismos, que no puede tratar con ingratitud o destemplanza a sus huéspedes. Y sobre todo cuando aquellos, nunca con mejor expresión, son llamados hijos primogénitos de nuestra consideración".

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BALONAZOS DESDE  LA TRIBUNA. "Pueblo"

Por Servando Mira

"Que los canarios son algo serio lo vimos "en bandadas", como lo venimos viendo "al detalle" en los distintos equipos en que actúan. Pero en el encuentro contra San Lorenzo de Almagro, todos juntos, la "improvisación" se convirtió especialmente en el primer tiempo en un "concierto" magnífico. Y los otros, frente a los canarios - buenos "pajarracos" están los otros -, "trinaban..."

Es una pena, pena, penita, pena, que los argentinos no endulcen sus actuaciones. Ellos, tan grandes jugadores; ellos, tan maestros de verdad, después estropean la plana con actitudes que pueden volver lo que es primavera en invierno, y bien cerrado...

Los canarios - si hubiera habido cambio de camisetas diríamos los magos - bordaron juego en la primera parte. Cuatro cero, que pudieron haber sido bastantes más y alguno menos. Por ejemplo, el tercero, reclamado fuera de juego justamente por los argentinos. Y que fue el primer aldabonazo... invernal.

Y hubiera sido una pena. Porque en el segundo tiempo el San Lorenzo jugó. Y, sobre todo, nos hizo una demostración adelantada de lo que serán las guerras modernas. Nada de bombas atómicas: partidos de fútbol, con Evaristos y Piñeiros exclusivamente en sus filas ¡y no queda un enemigo!

Pues sí, en el segundo tiempo se redujo la ventaja. Los argentinos batieron por dos veces la meta canaria, y los canarios... estuvieron con la muda. ¡Caray! cualquiera "cantaba" nada con los "cazadores" que había enfrente...

En fin, yo creo que el partido tuvo sus cosas buenas. Molowny, Hernández y, sobre todo y en todo momento, Silva, en el bando amarillo; en el rojinegro, Carletti hizo buenas paradas; Dodero, Berterame (en la segunda parte) y Farro con Silva fueron los más destacados.

¡Ay, don Cristóbal, don Cristóbal, la que hiciste - futbolísticamente - cuando descubriste América!...

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 TORMENTA EN EL ENTREACTO. "Marca"

"Los argentinos se negaban a salir y...

"Al  Ciclón nunca le hicieron 4 a 0"

Los ánimos estaban ya bastante alborotados antes del descanso. Aquel tercer gol canario, protestado airadamente por los argentinos, que entendían existió fuera de juego en la realización del tanto, soliviantó a jugadores y espectadores.

El señor Marrón árbitro del encuentro, hubo de requerir la presencia del entrenador del San Lorenzo, Cuesta Silva, para manifestarle enérgicamente que en el caso de que su "muchachada" persistiese en aquella actitud, se vería precisado a expulsar a los protestantes. Y, por lo demás, entre los jugadores azulgranas parecía correr la consigna de "¡A la caseta! ¡A la caseta!"

Pero Cuesta Silva dio orden de que continuase el juego. Y se continúo. Y llegó el cuarto gol. Y llegó, después, el descanso.

En la caseta, las cosas parecieron ponerse más graves. Por lo visto, los argentinos se negaban a volver al campo para jugar el segundo tiempo.

  • - ¡Esto no es lo convenido!... - protestaban unánimemente.

Hubo de intervenir el delegado de campo, señor Latorre, como federativo, para intentar calmar los ánimos y resolver el peliagudo problema.

Pero en vista de que transcurrían los minutos y el San Lorenzo no volvía al terreno de juego, se personaron en los vestuarios el señor Cabot, secretario de la Federación Española de Fútbol, y los federativos señores Ramírez y Laita, acompañados por el secretario general de la Embajada Argentina.

Este último se dirigió a la caseta del San Lorenzo, hablando a directivos, entrenadores y jugadores de equipo:

  • - Al Ciclón nunca le hicieron cuatro a cero. Hay que salir, muchachos, a dar bien la batalla frente al cuadro contrario.
  • - Ya íbamos a salir, señor - replicó Cuesta Silva -. El retraso sólo obedeció a la lesión de un jugador, al que hubo que atender.

Y salió de nuevo el San Lorenzo. A última hora, atendiendo su petición de no vestir la camiseta oficial del equipo, se les ofreció cualquiera de los uniformes deportivos del guardarropa madridista. Pero los argentinos lo rechazaron y saltaron al campo como en el primer tiempo, con su camiseta azulgrana y pantalón blanco...

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EL TRIUNFO DE LOS CANARIOS SERA TENIDO EN CUENTA A TRAVES DEL TIEMPO.  "Alcázar"

Por M. Monasterio

De ahí que el combinado canario, más en juego, con elementos destacados en el fútbol español muchos de ellos y con técnica indudablemente magnífica, se impusiera rotundamente al segundo equipo que ha desplazado a Europa el San Lorenzo.

Los canarios se crecieron en todo momento en y su primer tiempo fue sencillamente magnífico. Marcaron cuatro goles como podían haber sido siete o diez, a poco que el acierto hubiera presidido muchos de los remates al marco argentino que se perdieron por muy poca cosa.

Todavía no sabemos por qué se dispuso que Cristóbal, el buen portero auténticamente canario que juega en el Gijón, y que hizo dos intervenciones (las únicas que le dejaron) muy buenas fuera sustituido por el madridista Alonso. Y por qué lo dejó el Madrid. Porque tal como se derivó el juego, lo más probable era que saliera malparado y se quedara el líder de la Liga sin un hombre que tan necesario le es, lo mismo que estuvo a punto de ocurrir con Molowny, al que echó del terreno el argentino de dorsal número 2, quedando cerca de diez minutos en la banda para ser atendido por las asistencias facultativas de su club.

Hubo en el combinado canario buen juego en general y también más decisión de la que podía esperarse, dado el temperamento especial de sus hombres y del estilo que le distingue.

En esos aspectos brillaron Cástulo, Silva, Molowny, Núñez, Rosendo Hernández y el mismo Durán. También el otro Hernández, el españolista y el tarraconense Gallardo, aunque con menor acierto, fueron quienes pecharon con la parte ingrata de la pelea cuando ésta entró en facetas de fuerte colorido.

Pero, en general, no pueden ponerse "peros" a la actuación en común del combinado de las Afortunadas, que se ha apuntado un tanto muy valioso que será tenido en cuenta a través del tiempo.

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LOS ARGENTINOS FUERON EMBORRACHDOS POR EL "GAMBETEO" FABULOSO DE LOS CANARIOS. "A. B. C."

Por Juan Deportista

"El conjunto platense surgió en plan fácil y cómodo vencedor. El equipo canario, modoso y circunspecto, trató desde el comienzo hacerlo todo lo mejor posible frente a los maestros, y los maestros fueron prontos juguetes de sus propios pero superados mecanismos. Ningún once al que le fuera tan a maravilla el gambeteo y el desmarque como éste de los isleños, que figuran en no pocos de los equipos peninsulares. Y por encima de todo, un jugador, que, clausurada la etapa de tedio y parsimonia, en sólo dos encuentros, haciendo gala de su clase excepcional y despiertos los desconocidos entusiasmos, ha plantado su jerarquía extraordinaria, y en la jornada "canaria" impulsó a todo el equipo hacia el triunfo. Me refiero a Silva, cuya transformación es de rigor señalar, pero cuya iniciativa dotó a la selección de la agilidad, de la difícil facilidad de superación y lo que parecía más increíble: de la profundidad.

Superados, doblados y redoblados los argentinos, se comprende, aunque no se explique, la indignación de los "sanlorencistas" corriendo en pos de un inasequible balón, mientras los canarios tejían y multiplicaban los pases, las fintas, los ardides, los engaños, que eran calcados de los que los del "Ciclón" creían tener el monopolio. Salvo que mejorado. Tal vez para ellos mismos resultara un espectáculo desalentador y cruel verse emborrachados por el "gambeteo" fabuloso que, en vez de concluir fríamente ante el marco, procuraba rematar los desplantes con tiros duros, fuertes, peligrosos".

La superioridad absoluta, tanto más brillante cuando inesperada, entusiasmó al público. Cedieron completamente las líneas rojinegras y el dominio por el regate y la filigrana fue absoluto.

Y entonces, como cualquier grupo de colegiales, los platenses hicieron su primera demostración. Una de esas escenas que ya no se llevan por los campos de Europa, porque los autores que pretenden retirarse así del terreno, suelen hacerlo. Pero para siempre. Aún más: cuando se dejaron "convencer", el saque del centro del campo fue una especie de burla para los espectadores que contemplaban atónitos aquellos gestos y comenzaban a comprender las razones de los grandes escándalos fabulosos en los grandes campos bonaerenses...

El primer tiempo, apoyados siempre en una especie de línea media-ballesta, donde Silva actuó de prestidigitador que se adueñó de todos los balones.

Pudo - y debió - hacer más goles la selección. Pero lo argentinos plantearon tan reprobables violencias, incluso tratando ásperamente al árbitro, que "aquello" perdió su tono futbolístico y los canarios corretearon, preocupándose sólo de zafarse de las patadas y zancadillas. Lo que no siempre consiguieron.

En este plazo, atemorizados o cansados, los canarios jugaron menos, y el San Lorenzo dominó y marco dos tantos: a los quince minutos, el primero, de buen remate de Silva, y a los dieciocho, el segundo, disparado por Rasquín.

Aunque la última derrota sea perfectamente, y el concepto que nos merece el fútbol argentino, de mejor calidad que el nuestro, en general, necesite de revisión. Que cualquier día próximo vendrá.

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LA LECCION DE  LOS CANARIOS. "Afán"

Por Gilera

"La desgracia de la muerte del querido amigo y compañero José María Úbeda fue causa de un encuentro benéfico con el que cerraron su campaña futbolística los equipos argentinos en la representación del San Lorenzo de Almagro. Los organizadores tuvieron la feliz idea de elegir como contrarios de los virtuosos criollos a los canarios residentes en la península, que, si no son muchos, sin son, desde luego, los mejores valores de las Islas en estos últimos tiempos.

No vamos a hacernos la ilusión de que el triunfo de la selección canaria sobre el San Lorenzo es un triunfo absoluto, porque no hay que olvidar que el equipo argentino presentó en este partido una mayoría de jugadores reservas; ahora bien sabido es también que los reservas argentinos son casi tan buenos como los titulares, y mantienen, en todo caso, la característica del juego del equipo, con la misma unidad que los titulares y sobre todo el mismo patrón. En ésta la más asombrosa conquista del fútbol argentino, y lo dice, en verdad, el alto nivel alcanzado. Vale, pues, la victoria de los canarios, o, mejor dicho, el juego de éstos sobre aquellos, porque nos interesa más en estas líneas el juego "fabricado" y "prefabricado", que la materialidad y del modo de hacer. Y los canarios han hecho un fútbol de técnica perfecta y buen sentido, tan cuajado todo, que fue posible la unidad y la inteligencia de una selección improvisada, lo que nunca ocurre cuando la selección se forma salteada con hombres de todas las regiones. Y es que los canarios tienen en su idea del fútbol y en la realización una similitud que es el primer paso para la armonía del equipo. Desde Padrón y Arocha; luego con Hilario, y ahora con Molowny, el fútbol canario se distinguió por la perfección en la entrega de la pelota, pase corto, que con el tiempo ha ido alargándose y adaptándose a todas las distancias. Contra la imprecisión que ha sido y sigue la característica del juego de la mayor parte de las provincias norteñas y centrales, los canarios representan la medida más exacta de nuestro fútbol y hace algo intermedio entre la velocidad máxima de la jugada y la precisión en el pase, con un sentido claro y habilísimo en el desmarque, más el tiro a gol corriente en el fútbol español de todos los lugares.

Se ha dicho mil veces, hasta hacerlo tópico manejable, que el defecto mayor de los canarios era el de su temperamento, por aquello del "aplatanamiento". Hoy puede decirse (aunque dentro de ocho días haya que rectificarlo), que se acabaron los "plátanos" en el fútbol. Los canarios no serán unos representantes puros de la "furia", el otro típico sobre verdad auténtica; pero no es fútbol dormido el suyo, ni hay laxitud. Estamos precisamente ante los dos extremos más rápidos y decididos de todos los que hoy deambulan por nuestros campos: Miguel y Cabrera. Su velocidad es extraordinaria, en la concepción de la jugada como en la carrera, en el pase o centro y en el remate. Contra la costumbre hecha ley de que los hombres de juego raso y preferentemente corto no tiran a gol - de la que son ejemplos los mismos argentinos y en España lo fueron durante muchos años los andaluces -, ahí están los dos interiores, Hernández y Molowny como modelos de un fútbol práctico, de fantástico tiro a gol. Pero aún más útil que la actitud de los delanteros, nos parece el juego raso de los medios, que frente al San Lorenzo practicaron Silva y Rosendo Hernández. Los medios tienen que pasar la pelota así, suave, templada, "cogible", que es lo que el delantero necesita; cómo no puede pasar el balón, un medio es... ¿cómo lo diríamos? Como pasa Narro, por ejemplo. El fútbol español, si quiere progresar, si quiere ganar tiempo en la perfección de su técnica, debe "injertarse" de líneas medias canarias o de jugadores que, sin haber nacido ni conocido siquiera aquellas Islas, piensen y ejecuten al modo genuino de ellos, como mandan los cánones de la lógica, que eso es en definitiva pasar bien el balón. La mayor parte de los defectos de nuestro juego es de origen, lección que nos ha dado nuevamente no los canarios, sino los argentinos, con ese empezar a construir desde atrás al ser los defensas los primeros delanteros del equipo, cuando esto es posible, claro está. Y es que en todas las zonas del campo, el jugador puede, en ocasiones hacerse con la pelota y ponerse en posición de posible entrega perfecta al compañero desmarcado. Los defensas, por su forzamiento al cortar las jugadas de la delantera contraria, sólo pueden hacerlo algunas veces; los medios, ya tienen un porcentaje superior para empezar a construir. Y con el balón en los pies y tiempo para mirar las posiciones de los jugadores, la técnica exigible a profesionales de primera categoría permite aprovecharla hasta lograr el equipo un mínimo engranaje. Lo inadmisible es que la torpeza técnica de los medios haga estériles los esfuerzos al entregar ingenuamente al contrario balones que deben llegar a un compañero en posición ideal para la jugada posterior, fútbol sin tino del que son exponente tantos medios volantes pagados a peso de oro, y que constituyen un lastre en el progreso que anhelamos. Los tiempos de José María Peña, fenómeno que no sabía pegar a la pelota, ha pasado ya. Ahora es tiempo de enviar la pelota exactamente al sitio donde está el compañero desmarcado o al jugador inmediato donde el jugador marcado puede estar, si se le dirige precisamente con ese pase, posición b), que tan bien cuidan y practican los argentinos al hacer el medio el pase entre dos contrarios, pues, ha dado una gran lección. Y más lo que han dado, lo que han insinuado. Porque tomamos el juego canario en lo útil como punto de partida, no como meta, pues una cosa es el elogio de lo que han hecho, y otra creer que hemos llegado con ellos a lo perfecto".