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José Padrón "El Sueco"

 NUESTRAS FIGURAS DE AYER

JOSÉ PADRÓN MARTÍN

 "El Sueco"

JOSÉ PADRÓN MARTÍN (El Sueco) No se puede escribir ningún perfil de un personaje futbolístico canario, sin tener que mencionar a "El Sueco".

El torso gallardo, el pecho descubierto, la cabeza erguida, sus piernas de acero, avanza majestuoso, sin apartar de sus pies el balón. Tal vez lo ha tomado al fondo de su propio terreno. Lleno de ímpetu, se lanza sobre la meta enemiga.

A su paso, dirías que todos le rinden pleitesía, apartándose reverentes. ¡Tan imperceptible y rápido es el regate que hacen sus pies en aquella línea recta!

Veamos su silueta y currículo.

Nombre: José Padrón Martín, conocido popularmente por el "nombrete" de "El Sueco"

Año de nacimiento: mayo de 1907

Localidad: Barrio de la Isleta (Puerto de La Luz)

Ciudad. Las Palmas de Gran Canaria

Comenzó a darle patadas desde muy temprana edad, allá en los "Tesos" del Muelle Grande.

Su descubridor y primer entrenador, don Federico Silva, cuenta: Fue una tarde, domingo, 19 de agosto de 1923, en el Campo de Deportes España. El Club Santa Catalina, la incubadora de jugadores para los teams locales, acababa de perder dos o tres de sus mejores elementos y aquella tarde memorable en el fútbol local, presentó ante el formidable Club Marino, en todo su apogeo, a dos jugadores desconocidos y cuya actuación había de llamar la atención de los inteligentes en particular y en general de todos. Estos jugadores eran Juan Castro "Liza" y José Padrón "El Sueco". Y empezó el partido. La línea delantera del Santa Catalina, descohesionada, poco podía hacer, a esto añádase que la línea media también había nuevos elementos, pero... vino una arrancada por el ala izquierda y Padrón, el pequeño jugador empezó a driblar jugadores, uno, dos, tres y ¡zas! y primer tanto para el equipo azul y negro.

Desde aquel momento ya la atención fue para el interior izquierdo Padrón, pues sus driblings fantásticos desconcertaban a los contrarios. Y sobrevino otra arrancada de "El  Sueco" y nuevo tanto. Indudablemente aquel "Sueco" era mucho "Sueco", y entre él y "Liza" marcaron cuatro tantos al famoso Marino F. C., el imbatible.

Por circunstancias que no son del caso, terminado el campeonato que ganó su equipo, ingresó en el Real Club Victoria, donde su actuación ha sido brillantísima.

Y he aquí como "El Sueco", en unas cuantas tardes pasó de la más completa oscuridad, a la popularidad de los ases, sus "driblings" y su juego desconcertante fue la conversación obligada en los centros deportivos de nuestra ciudad.

Al marchar a la península el Club Victoria, nosotros teníamos la seguridad que Padrón sería uno de los jugadores que se destacaría desde el primer partido y así fue".

 En el año 1925, fue traspasado al Real Club Deportivo Español de Barcelona, club en que permaneció varios años, donde fue santo y seña

Igualmente jugó en la ciudad hispalense, en el Sevilla F. C., donde dejó constancia de su formidable clase

Más tarde también una temporada en el F. C. Barcelona.

Su internacionalidad: Su primer partido con la elástica nacional fue el 17 de marzo de 1929, en la ciudad de Sevilla, contra la Selección Portuguesa. Con un triunfo rotundo de nuestra selección por el tanteo de 5-0. Le siguieron después (1929): España, 4; Inglaterra, 3, en el Estadio Metropolitano. Otro (1930): España, 1; Checoslovaquia, 0. Encuentro celebrado en el Estadio de Montjuit. Después (1930): Checoslovaquia, 2: España, 0, en Sparta (Praga) y por último (1930): Italia, 2; España, 3, jugado en la cancha de Il Litorale (Bolonia)

Por razones extradeportivas (militancia anarquista) tuvo que salir de nuestro territorio, estableciéndose en el estado francés, donde también marco una época.

En síntesis: "El Sueco" fue un claro exponente de la escuela del mejor fútbol canario

Su valedor, don Federico Silva Rojo, en su libro "25 Años de Fútbol Canario" (1943), relata extraordinariamente sobre la figura de José Padrón "El Sueco", lo siguiente:

"La naturaleza, cada siglo, o cuando le ocurre, da al mundo un genio. Estos, por lo general, pertenecen a la clase media o pobre, que son precisamente los que piensan, porque son los que sufren. Por que pensar es sufrir, y los que piensan, que son los que sufren, nadie los quiere, nadie los protege, porque pensar es sufrir, y hoy como ayer y tal vez como mañana, es un horrible delito que se paga con la vida; ¡claro!, que su genio triunfa, se impone, por ser genio, a las generaciones futuras. Por lo general, lleva una vida azarosa, miserable, algunos muy pocos triunfan en vida, pero el triunfo llega casi siempre tarde, cuando los disgustos y sinsabores, la miseria, han arruinado su organismo. Cervantes, Murillo, López de Vega, Shakespeare, Leonardo de Vinci, después... Padrón "El Sueco", fue un genio del fútbol ¿Herejía porque? Genio son los qué escriben un libro único, los que pintan un cuadro maravilloso, los que llevan al pentagrama o al mármol la obra cumbre, que nadie más que ellos pudieron realizar. Padrón fue único en el fútbol español y europeo; no lo decimos nosotros, lo dijo hace años en Madrid a los periodistas deportivos allí presentes, el capitán del equipo internacional inglés. ¿Qué mayor autoridad? Pero he aquí otra opinión de valía, es la consigna de cuidar a Padrón; nos habían dicho muchas cosas  de este jugador, por lo tanto estaba sobre aviso". ¿Pero qué era aquello que avanzaba hacia mi marco, era un hombre o un demonio? Iba haciendo fantasías con el balón en plena carrera, quedé maravillado, no sólo yo, sino todos mis compañeros y cuando reaccionamos, teníamos el balón dentro de la red. ¿Maravilloso? No, un jugador único, un genio del balón redondo. ¿Qué jugador ha hecho antes o después las maravillas, las fantasías, que hacia aquel muchacho con las piernas en plena carrera? Dicen que el Greco, pintaba los cuerpos alargados por un defecto de la vista; nosotros creemos que "El Sueco", hacía aquellas filigranas por la configuración especial de sus piernas.

Siendo nosotros entrenador del Santa Catalina, Luis Cabrera, me habló un día de Padrón. Yo creo - me decía - que allí hay madera de gran futbolista, tiene usted  que verlo, y lo vimos en un entreno en el Muelle Grande. ¡Qué maravilla, que enormidad de jugador!, pero un diamante, un enorme diamante en bruto, nosotros lo pulimos, es decir, le dijimos que si tenía un poco de voluntad sería el mejor jugador canario, sería internacional. En veinticinco años de fútbol, no he tenido un caso igual a Padrón, aquel muchacho sucio, roto, descalzo, iba diariamente a nuestra casa a que le explicásemos como había que darle  al  balón para llegar  a  ser una gran cosa,  nosotros, ante el entusiasmo de aquel muchacho cogíamos el balón, nos íbamos a la arena y le íbamos explicando como había de poner el pié para que la bola levara más efecto...

Fue un caso único, porque fue único en el fútbol continental.

¡Pobre Padrón!; el escritor, el poeta, el músico, el escultor vive por sus obras, ¿pero qué queda de aquél genio del fútbol? Nada, todavía las generaciones cercanas a él, le recuerdan, pero nada, de aquél famoso "Sueco" del Muelle Grande, no queda nada, pero lo que él hizo en el campo de juego tras el balón redondo, no lo hará nadie más, porque la naturaleza, no hace nunca segundas ediciones; un día creó un genio del fútbol, "El Sueco", después..."

Anécdotas:

"El Sueco" después de pasar unos años en el fútbol catalán, regreso nuevamente a su terruño, de vacaciones.

Allá por finales de agosto de 1929,  se encuentran en su tierra los inmensos José Padrón "El Sueco", (Español de Barcelona) y Juan Marrero "Hilario" (Deportivo de la Coruña) - exvictoristas - y aceptaron defender la camiseta de su antiguo club Real Club Victoria contra el campeonísimo Marino F. C., "match" a celebrar en nuestra "catedral", el día primero de septiembre de 1929, recinto que registró este domingo un aspecto sorprendente. El graderío "popular" lucía abarrotado de público y no era menos de admirar el "realista"; y el del Poniente, donde, como de costumbre, se hacía notar el sexo "exdébil". E igualito se mostraban abarrotadas las localidades de preferencia y palco.

El Stadium. Campo de Deportes España. En la escalinata de los "bullentos", Juan Torres y los de su grupo aguardaban con las "matracas" escondidas, y "Manolito" Alonso "apenitas" al canto de ellos, ya afinada la garganta para cuando hiciera falta lo de "¡Serenidad, Marino, que ya son nuestros!"; mientras don Domingo Padrón se frotaba las manos "de gusto empresarial", y de la felicidad de su encargado "Salvadorito" abría los ojos al tanto de que no se armara jaleo de trompada "ningunito". De todos modos, acudieron más guardias que otras veces, y autoridades principales esperaban el comienzo del partido.

Parece ser que José Padrón y Juan Marrero -"El Sueco" e "Hilario"- vendieron la piel del oso antes de cazarlo, o sea: pensaron que, jugando ellos, al Marino no le escaparía nadie de "la jalada".

Señoras y caballeros: "asientémonos" que la cosa va a empezar.

Lluvia de goles, 6-3 a favor de los blanquiazules

CONTINUACIÓN

Entre la derrota y la revancha. A deducir de los comentarios en boga, el jugador más rascado de todos los vencidos resultaría ser el genial José Padrón, primer histórico del fútbol canario también en lo relativo a ser malabarista del juego. Tan dolido se sentiría su temperamento abocado al disgusto, que él "mismito" atrajo a Hilario Marrero al quehacer de plantear a toda prisa un segundo encuentro de revancha, con miras a que fuera de implacable desquite.

Aceptada la propuesta por los eufóricos campeones del Marino y dispuestos ellos a introducir cambios en sus filas y estando así las cosas, Padrón reclamó las atribuciones de preparador, concediéndoselas Pepe Gonçalvez. Entonces "El Sueco" formó al Real Club Victoria de la siguiente forma: Pepe Correa, Juan "El Chorizo", Arturo Santana, Juan Martín, Hilario Marrero, Mandarria, Timimi, Furrunga, Álamo, Padrón y Ortiz. En los victoristas sería novedad la presencia imperiosa e inapelable de Hilario en la demarcación de medio centro, en la defensa del marco José Correa y de la actuación anterior quedarían los indiscutibles. Sabía "El Sueco" - listillo - que el batallador Hilario se iba a portar como el paredón donde deberían estrellarse las ilusiones del equipo adversario, al que, para engordarlo aún más, le alumbrarían la apuesta de unas pesetillas y la condición de que para ganarlas el Victoria tendría que vencer por mayor diferencia de la registrada anteriormente por los blanquiazules.

El interés se "salía de madre" y los comentarios, tremendamente apasionados, se adelantaban a los hechos, cruzándose apuestas entre unos y otros partidarios. El domingo, 8 de septiembre de 1929, a las cinco y cuarto irrumpieron los equipos en el regado escenario de su brega y extraordinario sería el clamor de sus aficiones respectivas con ilimitadas muestras de las más vivas simpatías. Sobre todo, la grada "popular" dedicaría a su "once" una clamorosa y dilatada ovación.

La grada popular aparecía completamente abarrotada y otro tanto ocurría con la de los realistas y poniente. En los palcos, preferencia y sillas de la pista, también se registraba una entrada enorme.

En el ambiente flotaba el interés que había despertado este segundo encuentro entre los dos "onces" de más prestigio de la isla, palpándose la impaciencia que existía entre los aficionados por conocer el resultado de la lucha, que prometía ser interesante.

Los comentarios que se hacían anticipándose a los hechos, eran francamente apasionados, cruzándose entre el público infinidad de apuestas.

Se acercó la hora señalada en el programa y a las cinco y cuarto irrumpen en la cancha los equipos contendientes que son recibidos por el público con entusiastas muestras de simpatía. La grada popular especialmente, dedica a su "once" una clamorosa y larga ovación.

Minutos después hace su aparición en el Stadium el "referee", el colegiado don Vicente Navarro Verdú, seguido por los linieres Frías y León.

Si en el anterior encuentro hubo lluvia de goles, en éste fueron relámpagos, truenos y hasta granizos. Goles, muchos goles, en total 7-1 a favor de un solo equipo, las huestes victoristas.

IMPRESIÓN FINAL

La amplia derrota marinista se debió sin paliativos a la desacertada actuación de todo el equipo. Ante el poderío exhibido por el Victoria, más que desconcierto parecía pánico lo que cundió en sus filas, al extremo de que jamás se había visto en la cancha del Campo de Deportes España once hombres tan desmoralizados, de los que si acaso destacó alguno sería el defensa Pepe Guerra.

Refiriéndonos al triunfo del Real Club Victoria se afirma, seguro estamos, que este encuentro marcara en su historial una de las más brillantes páginas, y que el alma de la lucha ha sido Hilario, yéndole a la zaga el arte de Padrón que "mojó" en cuatro ocasiones y las facultades de Álamo, Ortiz, Teodosio III... "Todos, para acabar antes".

Que más se puede decir, nadita..