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Aniversario muerte Antonio Rojas Munguía

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE

ANTONIO ROJAS MUNGUIA

1924 - 2010

El pasado miércoles 13 de enero de 2010, se cumplió años (86 aniversario) del desgraciado  y luctuoso suceso, en el que hubo que lamentar la pérdida del inolvidable y querido jugador grancanario ANTONIO ROJAS MUNGUIA. Recordemos los hechos acaecidos en el trágico suceso, donde también murieron otras dos personas más:

"HORRIBLE CATÁSTROFE. Tres personas mueren asfixiadas en un pozo negro"

Escribir algo sobre el jugador y amigo que acaba de fallecer, es para nosotros tarea muy difícil. Ha sido tal la impresión que hemos sufrido, que casi creemos que soñamos, pero es la realidad quien nos dice, que aquel muchacho bondadoso a quien por la mañana vimos en el Campo de Deportes España, entrenando con sus compañeros de equipo, ya no existe en el mundo de los vivos. ¿Qué podremos decir del jugador que todos no conozcan? Ahora que ha rendido su tributo a la muerte vamos a cumplir el compromiso que adquirimos hace mucho tiempo con un amigo nuestro. Presenciaba aquel tan excelente jugador Ramón González, el encuentro "Raith Rovers" - "Marino", y al comunicarle a un intimo amigo, su impresión sobre la partida, no pudo menos que hacerse notar que entre el equipo local se destacaba una individualidad que le recordaba a una gloria del deporte nacional, Samitier; tal opinión demuestra la enorme cantidad de jugador que había en aquella figura.

Del amigo particular ¿qué hemos de decir?. Cuantos le trataban fueron luego sus amigos; era bueno, inteligente. Acababa de constituir un hogar, casi un joven y al frente de un taller tenía sueldo que colmaría la ambición del más exigente, su popularidad como jugador quedó patentada con la enorme manifestación de duelo que acompañó a su cadáver, pocas veces presenciada en esta ciudad.

Los equipos de foot-ball han demostrado que por encima de todo, les une un gran compañerismo; las coronas de flores naturales depositadas sobre su féretro, con los colores de los clubes locales, así lo demuestran.

Por ello nos vamos a permitir dirigir un ruego a don Domingo Padrón y a los equipos de foot-ball: la desgracia que todos lamentamos, ha dejado en la miseria a varias familias. Uno de los trágicamente fallecidos deja 9 hijos y su mujer enferma, otro seis... y estos hogares ¿no van a tener quien les ayude?

 El próximo domingo corresponde jugar al Marino f. c. ¿porqué no se aplaza la partida de campeonato, y ese día se celebra un encuentro entre las selecciones de Las Palmas y Puerto, cuyo producto integro se destinaría a repartir entre las tres familias? Y algunos equipos han ofrecido su concurso y tenemos seguridad que también lo harán los demás; falta no solamente que el señor Padrón ceda el campo y confiamos que dado el caso de que se trata, habrá de corresponder igualmente a una obra benéfica que sería la salvación para estas familias necesitadas.

El suceso ocurrió el domingo último en el pozo negro de la casa que habitaba Antonio Rojas Munguía, propiedad de don Juan Vernetta, en la calle de Castrillo, ha producido honda impresión en la población.

Las víctimas 

En esta catástrofe perdieron la vida las siguientes personas:

Antonio Rojas Munguía, de 27 años de edad, hijo de José y Pino, de estado casado, de oficio mecánico, que desempeñaba el cargo de jefe de taller de la señores Blandy, donde era muy querido por sus jefes y compañeros. Fue medio izquierdo del Club Marino, uno de los más valientes jugadores de dicho equipo desde su fundación.

Cristóbal María Pérez, de 50 años, casado con nueve hijos, jornalero, domiciliado en la calle Suárez Naranjo nº 57

Juan Ojeda Medina, de 45 años, casado, peón del garaje de don Juan Vernetta, domiciliado en la calle Suárez Naranjo nº 70. Este deja seis hijas, de las cuales la mayor cuenta trece años. Su mujer esta enferma.

En el lugar del suceso

Cuando llegamos a la calle de Castrillo esta se hallaba completamente invadida por más de dos mil personas. Difícilmente pudimos atravesar por entre la muchedumbre y penetrar en la casa donde se había desarrollado la horrible tragedia.

La confusión era enorme. Estaban allí congregados casi todos los familiares de las tres víctimas. Llantos y gritos de dolor se oían por doquier las dolorosas escenas que presenciamos es indescriptible.

Atravesamos un patiecito y nos encontramos en una pequeña huerta ante los tres cadáveres, en el suelo y cubiertos con sábanas. Se esperaba la llegada del juez.

Seguimos hasta la letrina donde sucedió el accidente, que esta situada en el fondo de la casa. Próximo al retrete había una baldosa levantada (la tapa del pozo) en el suelo varias cuerdas y ganchos de hierro que se habían utilizado para sacar a las víctimas. Preguntamos a un maestro albañil que se hallaba en la casa y nos dijo que el pozo no tenía más que tres metros de profundidad y que los excrementos que había en el fondo ocupaban unos treinta centímetros de altura.

Como ocurrió la tragedia

Antonio Rojas fue invitado almorzar el domingo por su amigo Agustín Marrero. Llevó Rojas a su esposa y después de almorzar en la casa de Marrero regresaron a la suya a las dos de la tarde.

Después de jugar Rojas una partida de "envite" con varios amigos, a las tres fue a la letrina a hacer una necesidad corporal. Momentos después decía a su mujer que en el retrete se le había caído su reloj de oro. Fue al garaje de enfrente y llamo a Juan Ojeda para que lo ayudase a levantar una baldosa con el fin de bajar al pozo y buscar el reloj.

Juan Ojeda accedió y una vez levantada la baldosa colocó una escalera y descendió al pozo. Arriba estaban Rojas y su mujer. Notando Rojas que Ojeda no decía nada ni salía le dijo a su mujer que iba a bajar, porque Ojeda tardaba demasiado; ella se opuso pero él insistió y bajo.

La mujer se hallaba en la boca del pozo y pudo distinguir que apenas bajo su marido se tambaleaba y caía, pronunciando algunas palabras ininteligibles. En vista de que le llamaba fuertemente y no respondía corrió a la puerta desesperada pidiendo socorro.

Una niña de Cristóbal Marías Pérez avisó a su padre lo que ocurría, y este vino enseguida, bajando también al pozo para auxiliar a los demás; pero tampoco volvió a salir.

Otros hombres en peligro

A los gritos de auxilio y pitazos de alarma acudieron muchas personas. La confusión era enorme; todos querían auxiliar y nadie se daba cuenta de lo que hacía.

Un albeador llamado Melchor Gómez y Manuel Santana García, Leopoldo González Hernández y Domingo Farraiz descendieron uno tras otro atados con cuerdas por la cintura. Enseguida pidieron que los sacaran. Así lo hicieron rápidamente y todos salieron medios desvanecidos. El primero que bajó, que fue Melchor perdió el conocimiento; le dieron masaje, coñac, volviendo en sí a los pocos minutos.

Como fueron sacadas las víctimas

Se ataron en los extremos de las cuerdas unos ganchos de hierro y después de penosos trabajos fueron sacadas las tres víctimas.

Estos trabajos fueron realizados por Domingo Santana Artiles, Francisco Santana Henríquez y los soldados de caballería Juan López García y Valentín Hernández.

Al poco rato y sucesivamente llegaron los médicos señores don Emilio Ley, don Bernardino Valle, don Juan García Celis y don Rafael Juan Sintes. Cuantos auxilios prestaron fue infructuoso; los tres desdichados habían fallecido asfixiados por los gases de los excrementos que había en el pozo. Un poco más tarde llegó el médico forense don Antonio de la Nuez.

Manifestación de duelo

A las once de la mañana del lunes tuvo lugar el sepelio, ocupando los féretros el siguiente orden: Juan Ojeda Medina, Cristóbal María Pérez y Antonio Rojas. Sobre los ataúdes de los dos primeros colocaron dos coronas artificiales; el de Rojas iba cubierto con la bandera del Marino f. c. y tres coronas de flores naturales con cintas que tenían los colores del Marino, Porteño y Real Victoria. Atrás venían los coches fúnebres con las coronas enviadas por los equipos de Gran Canaria, Santa Catalina, Franchy Roca y otras de sus familiares, de jefes y empleados de las oficinas de Blandy, de los operarios de taller, de don Domingo Pérez, todas de flores naturales y sus correspondientes cintas con sentidas dedicatorias al apreciado amigo y notable futbolista.

El sepelio ha sido una de las mayores manifestaciones de duelo que se ha  celebrado en Las Palmas.

Todos los vecinos de la calle León y Castillo estaban en las azoteas y derramaron muchas lágrimas por el muchacho noble que era su futbolista predilecto.

En las calles y plazas por donde había de pasar el sepelio se había congregado numeroso público, como así mismo en balcones y ventanas.

A pesar del lodazal que había en toda la calle León y Castillo, los acompañantes prescindieron de los coches fúnebres y los llevaron en hombros. El féretro de Rojas se lo disputaban como un trofeo.

La procesión fúnebre salió a las once y llegó al cementerio a las dos y quince minutos.

Algunos detalles

Rojas estuvo ensayando con su equipo en el Campo de Deportes España hasta la una del domingo. El suceso ocurrió a las tres.

Rojas se casó el dos de octubre de 1922 con la señorita Agustina Suárez, que tiene ahora 22 años.  En la actualidad su mujer se halla encinta.

El Presidente del Marino, señor Cárdenes ha recibido telegramas de casi todos los teams de Tenerife dándole el pésame al equipo por la muerte de su compañero.

Rasgo caritativo

Una comisión de vecinos del barrio de Fuera de la Portada, en la que figuran, entre otras humanitarias personas, don José Romero Lorenzo y don Francisco Montenegro, hicieran una colecta entre sus amistades, reuniendo 1.089,60 pesetas que destinaron a costear el entierro de Cristóbal Pérez González y repartir el sobrante entre las viudas de las víctimas del lamentable accidente.

Posteriormente hubo otra suscripción popular y se logró reunir unas miles de pesetas que igualmente fue repartida entre las tres familias. Hotspur/La Provincia